Brutalmente fuerte y explícita; un sentimiento que al igual que la idea principal de la película, el espectador no puede quitarse. Irreversible sumerge, con sus sonidos martillantes al ritmo de la violencia, a una vorágine de control incontenible.
Con un plano general en picada que se mueve dando volteretas por todo el espacio, Gaspar Noé, director y escritor, comienza una hora y treinta y tres minutos de una película de corrido; sin un corte. Desafiando el tiempo, el director burla su lógica conectando los distintos escenarios y situaciones, respetando su orden cronológico, pero de fin a principio. Con un elenco compuesto por Mónica Bellucci, Vincent Cassel y Albert Dupontel, la historia se mueve por las oscuras calles de parís con la tenue iluminación de las luces de neón y el alumbrado público.
Al principio no se entiende muy bien de qué va la película; nos bombardean con información desordenada y sin contexto previo. Poco a poco, los movimientos de la cámara se deslizan a por los distintos planos, atando cabos y aclarando los hechos.
Comienza en un pub gay, donde las prácticas sexuales sadomasoquistas son explícitas y con lujo de detalle, el color rojo predomina la escena junto al negro látex. Sin embargo, fuera de los efímeros y aun así explícitos primeros planos que el director captura, esto no es el foco de la historia; Se introduce a Marcus, quien se pasea por el lugar en búsqueda de “Lombriz solitaria”. Junto a él, se puede sentir la desesperación, con luces rojas y una cámara inquieta sumado a una música saturada con las voces jadeantes. Los primeros minutos dedicados al contexto de este espacio y lo abrumante del entorno, es la carta de bienvenida a lo que se sentirá en toda la película.
El director te obliga ver de lleno la atrocidad de la violencia, ser cómplice de lo que está ocurriendo en escena. Al igual que la fiebre, el descontrol y grado de agresión aumenta, como una olla a presión explota en el momento culmine que se logra poner todas las piezas en su lugar, comprender el porqué de todo y compartir la rabia junto a los personajes. Se desvanece los límites de lo moral y lo no, el espectador se ve adentrado en una vorágine de sucesiones continuas de salvajismos tan descontroladas que parecen animales, pero la razón los pasa del lado humano. Noe logra que consideremos razonable la ira de reventarle la cabeza a un hombre con un matafuego o amenazar con un arma blanca a un travesti. Contra más se nos cuenta, más sentido tiene y más identificados nos sentimos en la situación; cuestionarnos sobre cuál es el límite dispuestos a cruzar por venganza y amor. La noción de la violencia explícita que experimenta el espectador logra que sea consciente de que el marco sexual que se muestra, distinga lejos de una película pornográfica, sino que de hechos de una realidad agresiva.
Por momentos es muy difícil como espectador continuar con la película. Personalmente, sin importar la cantidad de veces que tuve la oportunidad de ver el filme, en ninguna de ellas logre ver por completo la polémica escena de violación sin apartar la vista ni adelantarla mientras en lo profundo de mi cabeza deseaba que termine. La crítica atacó fuertemente al director por la elección de mostrarlo con brutal detalle, coincidiría lo innecesario de ella si me basara en lo superficial y no fuera más a fondo del mensaje. Inevitablemente nos obliga a pensar: ¿Corresponderíamos la ira y enojo del personaje principal si no viéramos la ferocidad de lo que ocurrió? En ese momento nos damos cuenta que la historia no ronda alrededor del amante y ex de Alex en búsqueda de justicia por lo que ella sufrió, sino la víctima, sufrir por ella para luego conocerla más a detalle y destrozarnos internamente por lo que podría ser de su vida si tan solo todo fuese reversible.
No terminamos de ver cómo su vida se desmorona, sino que se nos introduce al momento justo del fin de ella: el fin de sus sueños, sus aspiraciones, proyecciones y planes… conforme avanzan los minutos, todo vuelve a su lugar y terminamos viéndola, como si nada hubiese pasado. La sensación de que al final si era posible cambiar el futuro, que termina como el pasado, o un pensamiento fuera de contexto.
Noe logra capturar la esencia del tiempo y jugar con la idea de que lo que paso, paso, y que nada puede revertirse, logrando demostrar lo contrario, de cómo visto en reversa nada parece haber pasado. Con un gran uso de la iluminación, los cortes y cambios de plano, en melodía perfecta con la música y el sonido ambiente, Irreversible se consagra como un largometraje polémicamente maravilloso, cuyo significado va mucho más allá de su contenido; no apunta a dejar un solo mensaje, sino que a generar un mar de sensaciones encontradas en el espectador y hacerlo sentir culpable de aquello que está viendo.
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